domingo, 11 de octubre de 2009

DESPERTAR


Hoy quiero volver a escribir. Para vos, para que la vida tenga continuidad. Para no detenernos en el pasado, en las ausencias, en los vacíos.
Estuve dormida por un tiempo que no puedo mesurar por miedo a darme cuenta que te fallé.
Pero vos no me abandonaste. Y seguiste creciendo, tanto que tus manos ya casi abarcan las mías y tus pies ya puedan seguir mis pasos.
Me preguntás por los agujeros negros y no tengo el valor de decirte que nuestra historia está llena de ellos.
Ahora que estoy de regreso no quiero volver a extraviarme. Quiero permanecer despierta, atenta.
Este ha sido un año de pérdidas, de duelos interminables y despedidas sin lagrimas. Porque llorar sería fácil y lo fácil no es para nosotros.
No puedo imaginar la pena que te enluta porque me haría pedazos hacerme carne de tu tristeza. Así que te consuelo casi en tinieblas para tener fuerzas y sostenerte. No dudo que perdonaras mis flaquezas.
Las luces se encienden otra vez para que emprendamos la marcha y el futuro despliega caminos nuevos. No vamos a esperar. Ni a mendigar afectos. Ni a conceder privilegios.
La meta es clara y hacia allá vamos.
No sueltes mi mano. No todavía.
MAMA 12/10/2009

lunes, 2 de marzo de 2009

JUNTOS


La casa está en penumbra y el silencio es quien domina. Aún así puedo escuchar tu respiración calmada. Casi puedo adivinar tus sueños: habrá luchas con espadas luminosas y carreras de autos muy locos.
También habrá pesadillas que te invadan a escondidas. Y no podré evitarlo, ni siquiera cubriéndote de besos.
Pero mañana será otro día y te abrazaré al despertar. Te diré que te amo y la tasa tibia de chocolate disipará cualquier fantasma que haya quedado atrapado entre tus sábanas.
Apuraré tus bostezos para que no llegues tarde.
Te pediré que seas bueno, que aprendas y te diviertas. Contendré las lágrimas al verte arrastrar la mochila y cerraré la puerta cuando tu cabeza haya desaparecido en el hueco oscuro del ascensor.
Pasaré mi día ocupada bajo el consuelo mentiroso de que nadie más paga las cuentas.
Y no estaré ahí cuando salgas del colegio, ni cuando llegues a casa y te enfrentes con mi ausencia habitual. Harás la tarea solo y te darás permisos sin consultarme.
Yo no veré la hora de que llegue el atardecer, que la jornada de trabajo termine para correr a casa, a tu encuentro, a tus brazos pequeños que me recibirán con el abrazo cálido que tanta falta me hizo todo el día.
Y cenaremos juntos y charlaremos y haremos planes para el fin de semana. Hasta que la casa vuelva a quedar a oscuras y ya no se escuche tu voz ni la mía y otra vez me siente en tu cama a verte soñar.
MAMÁ 2/03/2009